23 nov 2009

CONTROL DE ESFINTERES Y PROCESOS MADURATIVOS


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El control de esfínteres es un proceso madurativo y no requiere entrenamiento si sabemos respetar los ritmos del niño.

Controlar esfínteres supone pasar de un proceso reflejo a un acto voluntario. Los bebes, hacen “pipi y popo” de modo reflejo o automático, sin ningún tipo de control sobre esos procesos.

Adquirir el control de este procedimiento es un proceso madurativo, esto quiere decir que si su cerebro no ha logrado la madurez necesaria, esta respuesta no se logrará, en PAF Centro Neuropsicológico, orientamos nuestros procesos bajo los modelos madurativos y de desarrollo infantil.

Como todos estos procesos madurativos existe una enorme variabilidad personal en cuanto a los plazos: hay niños que con 10 meses dan algunos pasos y otros que lo hacen con 18 o 20 meses.

Entendamos cómo funciona el proceso urinario. La vejiga urinaria es un órgano que sirve para almacenar la orina que llega desde los riñones continuamente. Durante el llenado, los músculos que la forman se mantienen relajados. Este órgano, con el fin de que no salga la orina de forma continua, tiene un músculo anular llamado esfínter, que por lo general permanece contraído, es decir cerrado. También se encuentra otro músculo esfínter en la uretra (tracto de salida de la vejiga). Cuando la vejiga se llena de orina, unos receptores localizados en la misma, envían al cerebro la señal para que automáticamente los esfínteres se relajen y la orina pueda salir. Esta coordinación se lleva a cabo mediante mecanismos neurológicos de gran complejidad por lo que el control voluntario (es decir: ser capaz de relajar el esfínter no de este modo automático, sino de forma voluntaria cómo y cuando se desea) aparece tardíamente.

En el recto ocurre un fenómeno similar con las heces.
Alrededor de los 18 meses o los dos años, algunos niños pueden darse cuenta de que están haciendo “pipi o popo” y avisar para que se les cambie el pañal., pero esto no significa en ningún caso que tengan la capacidad de retrasar el momento de forma voluntaria. Es decir: no tienen CONTROL sobre sus esfínteres.
La maduración de los centros nerviosos comienza entre los 18 meses y los tres años. De forma que entre los 2 y los 4 años la mayor parte de los niños puede controlar adecuadamente ambos esfínteres: anal y vesical. Siendo por tanto capaces de avisar su deseo y de retrasar la micción y la defecación para hacerlo en el momento y lugar deseado.
Al tratarse de un proceso madurativo, y aunque la estimulación pueda tener algún efecto positivo sobre el mismo, el niño adquiere control suficiente como para retener la orina y las heces, cuando los procesos neurológicos que tienen lugar entre los receptores de los órganos, el cerebro y los esfínteres, estén perfeccionados. Por tanto, enfadarse, castigar, humillar, comparar con otros tiene un efecto similar a gritarle a una oruga para que se convierta en mariposa.
No se trata tampoco de un proceso lineal. Se producen a lo largo del mismo, avances, estancamientos y retrocesos que los padres deben aprender a acompañar. Puesto que el plazo normal para la adquisición del control es entre los 2 y los 4 años, hablar de regresiones o comportamientos regresivos en niños que se vuelven a hacer pis dentro de este plazo es un error. No puede considerarse regresión algo que aun forma parte de los progresos de esa edad. No se puede regresar a un sitio de donde aun no se ha salido. Este obedece netamente a un proceso madurativo a nivel neurológico.
Es frecuente ver a mamas excusando a sus hijos “es que estaba distraído”, “es que se olvidó avisar”. Cuando el control es real, como sucede en los adultos, estas cosas no suceden. Ningún niño de 10 años no se orina porque se olvidó. Y la única diferencia con el de 2 y medio, es que este último no tiene un control real sobre la voluntariedad de esa función.
Cuando el proceso se lleva a cabo respetando el ritmo madurativo del niño este tipo de accidentes son mínimos.
Por tanto, las normas serian:
-Esperar a que el niño este suficientemente maduro como para ser capaz de RETRASAR el momento de orinar o defecar. No solo de avisar inmediatamente antes de hacerlo
-Contar siempre con la colaboración del niño: debe ser capaz de comprender lo que sucede, como sucederá, lo que se espera de él. Así mismo tiene que ser capaz de expresarse y hacerse entender.
-Siempre animar con los buenos resultados. Nunca jamás criticar los “fallos”.
-Permitir al niño que vuelva a usar pañal siempre que crea que lo necesita. No hacerlo por conveniencia de los padres, pero sí si el niño lo necesita.
Si su hijo no responde a ninguno de estos procesos es importante entrar a madurar su cerebro y sus respuestas. En PAF CENTRO NEUROPSICOLOGICO podrá realizar este tipo de estimulación.

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