25 ene 2010

HABILIDADES DE MOTRICIDAD FINA

 

La motricidad fina influye movimientos controlados y deliberados que requieren el desarrollo muscular y la madurez del sistema nervioso central. Aunque los recién nacidos pueden mover sus manos y brazos, estos movimientos son el reflejo de que su cuerpo no controla conscientemente sus movimientos . El desarrollo de la motricidad fina es decisivo para la habilidad de experimentación y aprendizaje sobre su entorno, juega un papel central en el aumento de la inteligencia.
Asi como la motricidad gruesa, las habilidades de motricidad fina se desarrollan en un orden progresivo

La estimulación de la motricidad fina ( músculo de la mano) es fundamental antes del aprendizaje de la lecto- escritura . si analizamos que la escritura requiere de una coordinación y entrenamiento motriz de las manos , nos damos cuenta que es de suma importancia que la docente realice una serie de ejercicios, secuenciales en complejidad , para lograr el dominio y destreza de los músculos finos de dedos y manos .
Un buen desarrollo de esa destreza se reflejará cuando el niño comience a manejar los signos gráficos con movimientos armónicos y uniformes de su mano en la hoja de cuaderno.


Sabías que el realizar actividades manuales como punzar, pasar, encajar figuras,  prepara las manitos de tu niño para aprender a escribir e incluso para la adquisición de futuros aprendizajes?.

Cuando un niño presenta problemas en la lectoescritura, una de las causas puede ser que no se le da la importancia necesaria a la estimulación de la motricidad fina desde su primer mes de vida, la cual se refleja posteriormente en movimientos de mayor precisión que son requeridos especialmente en tareas donde se utilizan de manera simultanea el ojo, mano, dedos.


Algo muy importante que los padres deben tener en cuenta es que el desarrollo de la motricidad fina no empieza desde los 3 años, sino desde el nacimiento, porque el bebé puede coger un objeto con toda su mano por un acto reflejo. Posteriormente deja este reflejo para coger objetos deliberadamente, pues va dominando y coordinando sus propios movimientos, cada vez con mayor precisión.

Progresivamente sus manos van adquiriendo mayor destreza porque también empieza a manipular todos los dedos, y luego actividades cada vez más complejas para él hasta que logran tomar los objetos empleando sólo el pulgar e índice. Para que el niño pueda realizar desde trazos correctos hasta escribir su nombre o copiar un dictado o la pizarra, debe experimentar situaciones que estimulen diferentes posiciones que involucren el movimiento simultáneo o sucesivo de sus manos y también de los dedos en coordinación con la vista, desde sus primeros años de vida.

¿Cómo estimular la motricidad fina?

Del nacimiento a los 6 meses

• Poner el dedo índice en la mano del niño para que lo agarre.
• Colocar un objeto suave en la mano del niño.
• Tomar la mano del niño y pasarle uno a uno los dedos de la mano para que sienta distintas formas.
• Ofrecerle diferentes texturas para que los pueda palpar.
• Estimularlo a que agarre objetos con toda la mano.
• Juntar las manos del bebé para intentar aplaudir.

De 6 meses a 12 meses

• Ofrecer al bebé juegos de manipulación, y que produzcan sonidos.
• Motivarlo a apilar objetos.
• Ofrecerle juegos de colores para que empiece a reconocerlos, clasificarlos

Desde el primer año en adelante

• Con juegos de plantado, donde el niño debe sacar e insertar aros o pines de colores empleando la pinza digital (dedos pulgar e índice)
• Con material para encajarse entre sí para formar cubos, casitas que también pueden apilarse.
• Con bastidores que permitan al niño “imitar” las actividades que realizan para vestirse y desvestirse, que contenga botones, cierres, velcro (pega-pega), broches, cordones.
• Que el niño logre insertar a través de orificios pequeños, realizando pasados.

En PAF CENTRO NEUROPSICOLOGICO,  podrá evaluar y estimular a su hijo en esta habilidad. 

QUE ES EL DESARROLLO MADURATIVO INFANTIL



Muchos padres en la consulta y en los procesos terapéuticos en PAF nos  preguntan cuál es la mejor forma de ayudar a su hijo a desarrollar su inteligencia. Si bien la respuesta es bastante compleja, conocer los factores que influyen en el desarrollo madurativo del niño lo ayudarán a obtener mejores resultados. Estar bien informados acerca de las transformaciones y progresos normales para cada etapa, colaborarán para detectar irregularidades en su correcto desarrollo y consultar con el pediatra o la especialista en desarrollo infantil  para que los oriente. Aunque la secuencia de desarrollo es igual para todos los niños, es importante resaltar que el progreso no es uniforme, cada uno madura siguiendo su propio ritmo, no puede pretender que su hijo se adapte inflexiblemente a los esquemas de un libro; el tiempo que tarde en alcanzar sus logros dependerá de su salud, de las condiciones ambientales y, especialmente, de su personalidad. La función principal de los padres debe ser la de acompañar y guiar este proceso de maduración sin forzar los propios tiempos de su bebé.


“Cada niño tiene su ritmo de crecimiento, tanto físico como psicológico, y hay que exigirle en función de lo que es capaz de dar”
Diagnosticar tempranamente la existencia de trastornos en el normal desarrollo del bebé constituye un paso fundamental para realizar un diagnóstico y una atención terapéutica adecuada, en una etapa en que la plasticidad del sistema nervioso es mayor y las posibilidades terapéuticas pueden ser más efectivas.


Es fundamental detectar los trastornos del desarrollo infantil en el momento en que se manifiestan los primeros síntomas, antes de que los distintos síndromes se establezcan de forma completa y constante. No tomar en cuenta los síntomas tempranos de ciertas psicopatologías, puede conducir a que éstas se conviertan en formas más estructuradas, como psicosis, autismo, estados depresivos, etc.
 
¿Qué es el desarrollo madurativo infantil?
Es un proceso dinámico y complejo. Se caracteriza por una transformación progresiva de sus funciones más importantes, las que van a ser determinantes en la vida del niño, como ser: control postural, autonomía en el desplazamiento, comunicación, lenguaje verbal y la interacción con el ambiente que lo rodea.
El desarrollo infantil abarca el crecimiento, la maduración y los aspectos psicológicos; durante este proceso el pequeño se tiene que ir adaptando a distintas situaciones que lo van a conducir a un incremento de sus logros y a una mayor coordinación de sus habilidades. El resultado depende, fundamentalmente, de la interacción de dos factores: genético y ambiental.
Factor genético: el bebé llega al mundo con sus propias capacidades de desarrollo; son específicas de cada individuo y, por lo tanto, son imposibles de modificar.
Factor ambiental: abarca el orden psicológico y social. El niño va a establecer una interacción con su entorno y con sus vínculos afectivos, percibiendo e incorporando todo lo que lo rodea.
 
¿Es importante la herencia en el desarrollo de un niño?
Es indudable que la herencia genética de los padres son determinantes en el desarrollo madurativo de un niño, pero es muy probable que esto influya en una primera disposición; luego serán las experiencias y vivencias adquiridas durante la infancia las que le proporcionen los cimientos para el desarrollo intelectual, social y emocional a lo largo de su vida.
 
¿Por qué es tan importante el entorno?
Desde que el niño nace su interacción con el mundo circundante le aporta numerosas experiencias; no todas van a ser sencillas de afrontar, pero si el entorno le proporciona seguridad y afecto seguramente le resultará más fácil progresar; además de potenciar su desarrollo emocional, adquirirá la seguridad necesaria para explorar el medio que lo rodea y asimilar de él todo lo que le brinda.
“Cuando viene al mundo, el bebé todavía no tiene todas sus capacidades desarrolladas; depende por completo de la ayuda de sus padres para ejercitar su musculatura y sus neuronas”
Los cambios más importantes de su bebé, se darán durante los dos primeros años de vida; es un periodo lleno de transformaciones y progresos a nivel físico, emocional y cognitivo. Seguramente lo va a sorprender día a día con sus constantes cambios: la primera sonrisa, la adquisición del lenguaje, sus primeros tambaleantes pasos, el caminar con soltura, correr, la construcción de frases más complejas… asistirá al maravilloso espectáculo de ver las transformaciones sucesivas de su hijo, donde los grandes progresos ocurrirán en cortos lapsos.
Acompañarlo en su crecimiento, ofreciéndole experiencias y situaciones que le permitan conocer el medio que lo rodea, es la función más importante de los padres durante los primeros años de vida del niño.
 
Los cambios más importantes de su bebé
No hay una norma fija que determine cuándo un bebé pone en marcha sus habilidades, cada uno tiene su propio ritmo de crecimiento; pero existen características en la evolución madurativa que son comunes a todos los niños.

En PAF CENTRO NEUROPSICOLOGICO, basamos los procesos de estimulación temprana en aspectos madurativos y de desarrollo infantil, nuestro objetivo es lograr que el sistema nervioso madure en pro de lograr un mayor potencial de aprendizaje para los niños. Consultenos!!!

PATRONES DEL DESARROLLO MADURATIVO DE LOS NIÑOS

Patrones para determinar el desarrollo madurativo de los niños
 
 
Desde el momento de la concepción existen parámetros que establecen si un bebé es sano o si padece de algún retraso en el desarrollo madurativo, como consecuencia de afecciones neurológicas, o bien debido a la falta de estimulación externa.

Habitualmente, las mamás tienen una comunicación muy estrecha con los bebés, situación que les permite advertir, por ejemplo, cuando ellos no contestan con la mirada, hacen ruiditos o siguen el movimiento de un determinado objeto, comenta la doctora Nora Grañana, neuróloga infantil del Hospital Universitario Austral.

Aclara que si bien cada niño es único y los plazos pueden variar, existen criterios para determinar hasta qué punto es normal su desarrollo: Podemos generalizar y decir que si un chiquito a los 18 meses no dice mamá, papá y agua, ni es capaz de deambular en forma independiente, sería conveniente realizar una consulta.

Existen guías que establecen patrones, por ejemplo, un bebé entre los tres y cuatro meses debería lograr sostener su cabeza y emitir vocalizaciones con la letra a, la o o decir ajó. Y entre el año y los 18 meses empezará a moverse solo y a decir las tres palabras claves: mamá, papá y agua.

Al cabo de los dos años lo ideal es que elabore frases de dos palabras, como 'quiero leche'. A esta edad también se alimentan con tenedor o cuchara y señalan aviones, la luna, un muñeco o un animal, detalla Grañana.

Entre los tres y los cinco años será el turno de incorporar paulatinamente y en este orden los colores, las formas, las canciones infantiles más simples, los 'vínculos sociales' al acercarse a otros chicos de la misma edad y compartir los juegos. Durante esta etapa también se espera que los chicos controlen las ganas de orinar y aprendan a escribir su nombre.

A los seis años comienza otra etapa con el aprendizaje de la lectroescritura y la incorporación de palabras aisladas escritas en mayúscula. Aunque los tiempos son flexibles, cabe destacar que la alarma -a cualquier edad- será darse cuenta de que se han perdido pautas que ya habían sido adquiridas. Un ejemplo sería que el niño ya hubiera incorporado cinco palabras y de golpe dejara de pronunciarlas, sostiene la neuróloga.

Habitualmente relacionadas con determinadas situaciones familiares o ambientales, las dificultades en el desarrollo del lenguaje, de la conducta social o de la maduración suelen tener -de acuerdo con los últimos estudios sobre el tema-, bases neurobiológicas.

Esto quiere decir que el cerebro no madura a la velocidad que debería, ocasionando déficit o retrasos en la adquisición de la comprensión. La disociación de las causas es compleja porque a veces puede existir un problema familiar que cause que se detenga la estimulación. De manera que ambos factores suelen estar relacionados.

No solamente las palabras son indicadores del desarrollo: los gestos constituyen un elemento fundamental. De hecho, un estudio liderado por las psicólogas estadounidenses Susan Goldin-Meadow y Meredith Rowe establece que los bebés de hasta 14 meses capaces de combinar gestos con palabras son más proclives a aprender una mayor cantidad de vocablos en menor tiempo, y en consecuencia a incorporar un vocabulario más amplio.

En PAF CENTRO NEUROPSICOLOGICO contamos con profesionales especializados en Desarrollo infantil, para evaluar el desarrollo de su bebé. Consúltenos y lo orientaremos sobre el proceso madurativo de su hijo.

20 ene 2010

LA VENTANA DE OPORTUNIDAD




A pesar de su enorme complejidad, el cerebro de un bebé es el órgano menos formado en el momento de su nacimiento, ya que la estrechez del canal del parto limita en gran medida su volumen. Durante los próximos años, su cerebro crecerá de manera notoria, al igual que el resto de sus órganos, pero lo hará de una forma significativamente diferente. Así como los pulmones ya son capaces de llevar a cabo su misión desde el parto, y simplemente van aumentando su tamaño para obtener el oxígeno necesario para un cuerpo cada vez mayor, el cerebro no sólo crece físicamente, sino que también se transforma internamente.
Cuando un bebé nace, su cerebro es un enorme conjunto de neuronas, a la espera de formar la intrincada estructura cerebral que de adulto le permitirá hablar, leer, razonar y sentir todo tipo de emociones. Algunas de las neuronas ya tienen una misión específica y su funcionamiento ha sido activado por los genes para llevar a cabo las tareas básicas para la supervivencia fuera del vientre materno, como el respirar, llorar o succionar. Pero existen billones de neuronas que aún no han sido activadas y que tienen la potencialidad de formar parte de cualquier proceso cerebral futuro.


Tan o más importantes que las neuronas son las conexiones que entre ellas se establecen para formar los circuitos o redes neuronales. Si bien una neurona aislada realiza una misión simple, millones de ellas interconectadas entre sí son capaces de realizar las más complejas tareas. Por introducir un símil, cualquier órgano de nuestro cuerpo está formado por millones de células, aunque cada célula es incapaz por sí misma de llevar a cabo la función del órgano del que forma parte. Es, por tanto, el conjunto de neuronas y sus conexiones lo que establece la auténtica potencialidad del cerebro humano.


Experimentar es fundamental. Se estima que el cerebro de un adulto tiene algo más de cien mil millones de neuronas, cada una de las cuales se conecta con varios miles. Si hacemos un simple cálculo, veremos que en total hay algo así como cien billones de interconexiones en nuestra cabeza. Teniendo en cuenta este dato, la idea clásica de que el cerebro de un adulto está inexorablemente determinado por sus genes no se sostiene. De los aproximadamente 100.000 genes del genoma humano, la mitad están relacionados con la formación y el desarrollo del sistema neuronal. Es, por tanto, imposible codificar toda la complejidad de un cerebro adulto en tan solo 50.000 genes heredados.


La única posibilidad que cabe pensar es que la genética determina la configuración general del sistema nervioso y del cerebro, pero que hay otro factor que es el verdadero responsable del complejo entramado de neuronas y conexiones en la edad adulta: el entorno. Todos disponemos de terminaciones nerviosas de la cabeza a los pies, y se ha visto que funciones específicas, como el habla o el reconocimiento visual, se localizan en áreas bien definidas de nuestro cerebro. Es evidente que la genética marca esta configuración, pero serán los cientos de miles estímulos externos que recibirá un bebé en sus primeros años lo que acabará de perfilar sus circuitos cerebrales.


La ventana de oportunidad. Parece, pues, que la experiencia durante los primeros años de vida no son tan solo recuerdos, sino que es fundamental en la construcción del cerebro. Existe no obstante otro factor muy importante a considerar: el tiempo. Como se ha podido comprobar tras numerosos ensayos, el tiempo en que es posible estimular una determinada área neuronal para influir en la creación de interconexiones está limitado. Es lo que se conoce como la ventana de oportunidad. Habitualmente la ventana se abre en el momento del nacimiento (aunque puede ser incluso antes o un poco después) y se cierra irremediablemente tras un período de tiempo determinado.



En los años 70 se realizó un experimento con gatitos. A un gatito sano se le tapó un ojo desde su nacimiento durante varias semanas. Tras destaparlo se comprobó que el gatito no tenía visión en ese ojo ni fue capaz de adquirirla con posterioridad. Se vio que el número de conexiones entre la retina del ojo tapado y la parte del cerebro responsable de la visión era minúsculo en comparación con el ojo destapado. La conclusión estaba clara: es necesario proporcionar los estímulos adecuados durante un período de tiempo preciso para que la estructura cerebral se forme correctamente.

Al parecer nuestro cerebro actúa bajo el principio "úsalo o piérdelo para siempre". Si no se produce la estimulación de un área a tiempo, las neuronas mueren y ya no resulta posible recuperar esa función. La ventana de oportunidad varía de acuerdo con la función cerebral de que se trate. Así, los sentidos como la vista y el oído cierran su ventana de oportunidad mucho antes que la capacidad para sentir emociones o el comportamiento.


La estimulación temprana. Las consecuencias de este descubrimiento son agridulces. Por una parte, sabemos que podemos influir positivamente en el desarrollo neuronal de nuestros hijos; pero, por otra, el tiempo que tenemos para ello es limitado. Es una especie de carrera contrareloj en la que no hay una segunda oportunidad. No obstante, hay también buenas noticias: en la sociedad actual el número de estímulos que recibe un niño es mucho mayor que en cualquier época pasada. Hoy llevamos a nuestros bebés a nadar, oímos música en todas partes, los paseamos en coche (lo que resulta muy adecuado para la estimulación del sistema vestibular) escuchan idiomas diferentes, se relacionan con otros niños desde pequeños y practican un sinfín de actividades más que, sin duda, contribuyen a enriquecer las conexiones neuronales.


Aún así, no existen límites por lo que a estimulación se refiere, y existen otro muchos aspectos que podríamos potenciar de cara a su futuro rendimiento escolar y a su vida como adultos en
PAF CENTRO NEUROPSICOLOGICO podemos   Fomentar la lectura y la escritura desde edad temprana  iniciarlos en el razonamiento y en lashabilidades matematicas. lógico y matemático son un buen ejemplo de ello, y la forma de proceder en cada caso será objeto de otros artículos.

18 ene 2010

COLORANTES ARTIFICIALES E HIPERACTIVIAD INFANTIL


En un artículo publicado en el The Lancet, investigadores de las Facultades de Psicología y Medicina de la Universidad de Southampton se proponen estudiar, mediante un estudio aleatorizado, a doble ciego y controlado con placebo, si la ingesta de colorantes artificiales de los alimentos y otros aditivos, afectan a la salud de los niños.
Fueron incluidos en el estudio 153 niños con 3 años de edad y 144 entre 8-9 años. La bebida administrada contenía un conservante, el benzoato sódico y uno de dos mezclas, la mezcla A (5 mg de amarillo anaranjado (E110), 7,5 mg. de tartrazina (E102), 2,5 mg de carmoisina (E122) y rojo cochinilla 4R (E124)) y la mezcla B (7,5 mg de amarillo anaranjado (E110), 7,5 mg. de amarillo quinoleina (E104), 7,5 mg. de carmoisina (E112) y 7,5 mg de rojo allura AC (E129)).
La principal medida de los resultados fue una valoración global de la hiperactividad, basada en una serie de baremos, evaluada por padres y maestros, y para los niños entre 8-9 años, además un test computerizado de la atención.
Los resultados fueron los siguientes:
- La mezcla A provoca efectos adversos significativos sobre la hiperactividad en los niños de 3 años, cuando se comparan con los efectos de un placebo. No se observan cuando se comparan los efectos de la mezcla B con los de la administración de un placebo. Los resultados persisten cuando el análisis se restringe a los niños de 3 años de edad que han consumido más del 80% de la bebida administrada.
- Los niños entre 8-9 años de edad muestran efectos adversos significativos cuando se les administra la mezcla A, o la mezcla B, cuando el análisis se restringe a aquellos niños que han consumido, al menos, el 80% de la bebida administrada.
La interpretación de los autores es que los colorantes artificiales o el benzoato sódico utilizado como conservante de los alimentos, o ambos, provocan un aumento de la hiperactividad en los niños de 3 años, y en los niños entre 8-9 años de la población general.